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mercoledì, aprile 6

 

Italia y la crisis en Libia

de Agostino Spataro

1.. A medida que pasan los días la vieja historia de la "guerra humanitaria" contra el dictador Kadafi (hasta ayer amigo y socio de los beligerantes) se disuelve como nieve caída sobre las dunas áridas del desierto libio. Las últimas noticias dicen que, frente a un cuadro político y militar más bien incierto, crecen los titubeos y los disensos aún en la opinión pública de los tres países gestores de la guerra (Francia, EEUU y Gran Bretaña), y hasta en las expresiones de sus vértices.

Una importante confirmación de tal situación nos parece la decisión asumida por el gobierno norteamericano de retirar las escuadrillas aéreas de las operaciones en Libia y de explorar la vía de una mediación política.

A pocas semanas del inicio de los bombardeos, la situación sin embargo parece tomar una dirección exactamente contraria a la esperada por Sarkozy y sus socios, o sea, hacia la búsqueda de un cambio político en Libia, concertado entre las partes en conflicto y garantizado por la comunidad internacional. Veremos.

Una lástima que tal evolución no la haya intuido el gobierno italiano que como siempre, equivoca tiempos y propuestas.

El mismo día en que los norteamericanos decidían la vuelta a casa, el Ministro de Relaciones Exteriores italiano Franco Frattini se apresuró en reconocer como "único interlocutor legítimo" al comité de los insurgentes de Cirenaica a los cuales, en lugar de recomendar un esfuerzo por la paz y la concordia nacional, les prometió armas y asistencia militar para dar un nuevo impulso a la masacre.

Una movida digamos, apresurada, irresponsable, que quema y anula hasta la más mínima cautela que el gobierno había manifestado durante la crisis, sobretodo en respuesta a la sospechosa intervención de Francia.

2.. En realidad, Berlusconi esta guerra contra el amigo Kadafi la sufre; y no la quiere tampoco porque sabe perfectamente que el cambio de régimen en Trípoli habría puesto en discusión acuerdos de palabra que son importantes para Italia y para algunos grupos en particular.

A él (o sea a Italia) la gloriosa Tríade le dejó la sola posibilidad de estar de acuerdo, de prestar asistencia militar y de pagar - como estamos viendo en Lampedusa - las consecuencias.

Hablemos claro: a los actores de esta nueva tragedia no les interesan los derechos humanos, las libertades políticas suprimidas, el sufrimiento de los ciudadanos libios o de otros países árabes en estado de ebullición. Pura hipocresía, propaganda para inocentes.

Para resolver la crisis libia (sustancialmente un quiebre en el seno del grupo dominante que realizó el golpe de estado de 1969), la comunidad internacional podía, puede aún, probar la vía por el cambio político respetando los principios democráticos y de la concordia nacional libia.

Italia, toda Italia, mayoría y oposición, debían sostener esta posibilidad propuesta, no por Kadafi, sino por los países importantes como los que se abstuvieron (Alemania, Brasil, Rusia, India y China), también para mejorar la tutela de sus enormes, legítimos intereses amenazados por ciertos objetivos (sustitutivos) que se esconden detrás de la intervención "humanitaria" del Sr. Sarkozy.

Tal vez un buen día se conocerán los verdaderos intereses de la tríada interventista. Pero ya desde el inicio de la revuelta en Cirenaica (la única armada entre las tantas que estallaron en los países árabes, detalle que hace la diferencia) no era difícil intuirlo, especialmente de parte de las personas responsables que tienen los instrumentos y la información para hacerlo.

3.. Por esto, nos sorprenden, no sólo las contradicciones del gobierno de Berlusconi, sino también las posiciones de los que en los vértices de la política y de las instituciones republicanas, no consideran en forma adecuada los intereses primarios de la paz en el Mediterráneo y los de Italia, y estuvieron a favor de la intervención militar de Sarkozy y compañía. Además, aislando y faltando el respeto a la posición responsable, sensata, del gobierno alemán de la democristiana Angela Merkel que rechazó la opción militar y propuso la solución política del conflicto interno a Libia. Como también, el derecho internacional dice que, en caso de conflicto interno, no autoriza a nadie a intervenir militarmente desde el exterior, tampoco en favor de una de las partes. Por décadas fueron los contingentes de cascos azules bajo el comando de la ONU a interponerse entre las partes en conflicto para pacificar, no para instigar a una parte contra la otra.

En los últimos años algunos países, en primer lugar los Estados Unidos, aprovechando la crisis (provocada) de la ONU, tomaron la mala costumbre de intervenir en algunos países, sobretodo de tradición islámica (desde Afganistán a Irak, desde Somalía a Libia), en contraste con el derecho internacional y con resultados verdaderamente catastróficos. Comprendido el hecho de hacer crecer y expandir el terrorismo en lugar de combatirlo.

4.. Tales intervenciones son un abuso evidente que, si no son sancionadas, se corre el riesgo de crear precedentes peligrosos para todos los países con problemas de unidad interna. Y la lista de estos países es muy larga, comenzando por algunos europeos como Francia, Gran Bretaña, España, Polonia, Hungría, Serbia y los otros Estados balcánicos, Grecia, Macedonia y también Italia, donde a los viejos separatismos "dormidos" se agregó el más inquietante de el partido de la Liga del Norte en el gobierno. Muy larga es también la lista de países dominados por regímenes dictatoriales tiránicos que, sin embargo, nadie los molesta. Se debe poner atención a no jugar con el fuego ya que el incendio podría resultar incontrolable. Por este motivo estas dignísimas personas deberían aclarar a la opinión pública italiana las verdaderas razones de su simpatía por la intervención militar que todavía no son claras. De otro modo, se creerá en la idea que todo se realiza en función del antiberlusconismo que, por lo expresado, no puede llegar a tomar decisiones tan delicadas en materia de política extranjera. Especialmente cuando está en juego - como en el caso libio - el equilibrio de paz en el Mediterráneo y los intereses fundamentales, en ciertos aspectos vitales, de Italia.

Antes o después, Berlusconi pasará. Como pasarán sus adversarios que hoy inundan, sin grandes resultados, la escena política italiana. Quedarán en cambio, Italia con sus problemas y sus esperanzas, con su patrimonio de relaciones políticas, económicas, culturales e internacionales construido, con todos los países del área mediterránea, con el objetivo de la convivencia pacífica y de la colaboración recíproca.

5.. Sabemos que en el mundo Italia cuenta poco, y hoy día con el actual gobierno menos. Sin embargo en el Mediterráneo llegó a jugar un rol a veces con resultados brillantes. ¡Atentos con debilitar ese rol por recelo contra esto o aquello, o a arriesgarlo para confirmar o buscar viejas o nuevas posiciones dominantes! El riesgo sería un debilitamiento de la autonomía nacional y la desestabilización del Mediterráneo y de Oriente Medio con consecuencias incalculables.

Un análisis premonitorio se puede obtener de estos pocos días de "intervención humanitaria" que, además del efecto devastador sobre la población local, está provocando consecuencias insoportables para Italia: desde la inseguridad de los suministros energéticos al éxodo migratorio que llega a Lampedusa y se esparce por el resto del país. Y esto es sólo el comienzo.

Prácticamente, Italia sola debe embarcarse en una emergencia colosal y dramática (con el gasto que conlleva) provocada y/o acelerada por los bombardeos del Sr. Sarkozy, que como respuesta, cerró las fronteras a los inmigrantes que desembarcan en Italia pero que desean ir a Francia. De cara a la solidaridad humana, europea, atlántica y demás hipocresías.

Agostino Spataro
5 de abril de 2011


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Petrolio e dittature”; “Libia, una nuova guerra “umanitaria?”; “La Sicilia e le rivolte arabe” in: www.infomedi.it

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L’Italia e la crisi libica

di Agostino Spataro

1.. Più i giorni passano più la storiella della “guerra umanitaria” contro il dittatore Gheddafi (fino a ieri amico e socio in affari dei belligeranti) si scioglie come neve caduta sulle aride dune dei deserti libici.

Le ultime notizie dicono che, a fronte di un quadro politico e militare a dir poco incerto, crescono le titubanze, i dissensi anche nell’opinione pubblica dei tre Paesi guerrafondai (Francia, USA, e GB), perfino nelle loro espressioni di vertice.

Una importante conferma di tale disagio ci sembra la decisione assunta dall’amministrazione Usa di ritirare le squadriglie aeree dalle operazioni in Libia e di esplorare la via di una mediazione politica.

A poche settimane dall’inizio dei bombardamenti aerei, la situazione, dunque, sembra evolvere in una direzione esattamente contraria a quella sperata da Sarkoszy e soci, ossia verso la ricerca di un cambiamento politico in Libia, concertato fra le parti in conflitto e garantito dalla comunità internazionale. Vedremo.

Peccato, però, che tale evoluzione non l’abbia intuita, colta il governo italiano che, come il solito, sbaglia tempi e proposte.

Nello stesso giorno in cui gli americani decidevano il ritorno a casa, il ministro degli esteri Frattini si è precipitato a riconoscere come “unico interlocutore legittimo” il comitato degli insorti della Cirenaica al quale, invece di raccomandare uno sforzo di pace e di concordia nazionale, ha promesso armi ed assistenza militare per dare nuovo impulso alla carneficina.

Una mossa a dir poco avventata, irresponsabile che brucia ed annulla le pur minime cautele che il governo aveva manifestato nel corso della crisi, soprattutto in risposta al sospetto interventismo della Francia.

2.. In realtà, Berlusconi questa guerra contro l’amico Gheddafi l’ha subita; non l’ha voluta anche perché sapeva perfettamente che il cambio di regime a Tripoli avrebbe messo in discussione accordi chiacchierati ma importanti per l’Italia e per alcuni gruppi in particolare.

A lui (ovvero all’Italia) la gloriosa Triade ha lasciato la sola possibilità di accodarsi, di fornire assistenza militare e di pagarne- come stiamo vedendo a Lampedusa- le conseguenze.

Parliamoci chiaro: agli attori di questa nuova tragedia non interessano i diritti umani, le condizioni politiche illiberali, le sofferenze dei cittadini libici o di altri Paesi arabi in subbuglio.

Pura ipocrisia, propaganda per spiriti semplici.

Per risolvere la crisi libica (sostanzialmente una spaccatura in seno al gruppo dominante che aveva fatto il colpo di stato del 1969), la comunità internazionale poteva, può ancora, tentare la via per il cambiamento politico nel rispetto dei principi democratici e della concordia nazionale libica.

L’Italia, tutta l’Italia, di maggioranza e d’opposizione, doveva sostenere questo tentativo proposto non da Gheddafi ma da Paesi importanti come i cinque astenuti (Germania, Brasile, Russia, India e Cina), anche per meglio tutelare i suoi enormi, legittimi interessi minacciati da certe mire (sostitutive) che si nascondono dietro l’intervento “umanitario” del signor Sarkoszy.

Forse, un bel dì si conosceranno i veri interessi della triade interventista. Ma già all’inizio della rivolta in Cirenaica (l’unica armata fra le tante scoppiate nei paesi arabi, particolare che fa la differenza) non era difficile intuirli specie da parte delle persone responsabili che hanno gli strumenti e le informazioni per farlo.

3.. Perciò, meravigliano, non solo le contraddizioni del governo Berlusconi, ma anche le posizioni di quanti, ai vertici della politica e delle istituzioni repubblicane, non considerando adeguatamente gli interressi primari della pace nel Mediterraneo e quelli nazionali dell’Italia, hanno tifato per l’intervento militare di Sarkoszy e compagnia briscola.

Per altro, isolando e dileggiando la posizione responsabile, sensata del governo tedesco della democristiana Angela Merkel che ha rifiutato l’opzione militare e proposto la soluzione politica del conflitto interno alla Libia.

Come, del resto, vuole il diritto internazionale che, in caso di conflitto interno, non autorizza nessuno ad intervenire militarmente dall’esterno, per altro a favore di una parte contro l’altra.

Per decenni sono stati i contingenti di “caschi blu” sotto comando ONU ad interporsi fra le parti in conflitto per rappacificarle non per aizzarle.

Negli ultimi anni, alcuni Paesi, in primis gli Usa, profittando della crisi (provocata) dell’Onu, hanno preso la brutta abitudine d’intervenire in alcuni Paesi, soprattutto di tradizione islamica (dall’Afghanistan all’Iraq, dalla Somalia alla Libia), in contrasto col diritto internazionale e con esiti davvero catastrofici. Compreso quello di far crescere ed espandere il terrorismo, invece di combatterlo.

4.. Interventi siffatti sono un abuso evidente che, se non sanzionato, rischia di creare precedenti pericolosi per tutti i Paesi che hanno problemi di unità interna.

E la lista di questi Paesi è molto lunga. A cominciare da alcuni europei quali: la Francia, la Gran Bretagna, la Spagna, la Polonia, l’Ungheria, la Serbia e gli altri Sati balcanici, la Grecia, la Macedonia e anche l’Italia dove, ai vecchi separatismi “in sonno”, si è aggiunto quello più inquietante del partito leghista al governo.

Così come molto lunga è lista dei Paesi dominati da regimi dittatoriali, tirannici che, però, nessuno disturba.

Attenti a non scherzare col fuoco, poiché l’incendio potrebbe risultare incontrollabile.

Perciò, queste degnissime persone dovrebbero chiarire all’opinione pubblica italiana le vere ragioni del loro tifo pro-intervento militare che ancora chiare non sono.

Altrimenti, si accrediterà l’idea che tutto si fa in funzione dell’antiberlusconismo che, per quanto giustificato, non può giungere a motivare scelte così delicate di politica estera.

Specie quando in ballo ci sono- come nel caso libico- gli equilibri di pace nel Mediterraneo e gli interessi fondamentali, per certi aspetti vitali, dell’Italia.

Prima o poi, Berlusconi passerà. Come passeranno i suoi avversari che oggi affollano, senza gran costrutto, la scena politica italiana.

Resteranno, invece, l’Italia con i suoi problemi e le sue speranze, col suo patrimonio di relazioni politiche, economiche e culturali internazionali costruito, con tutti paesi dell’area mediterranea, nel segno della convivenza pacifica e della collaborazione reciprocamente vantaggiosa.

5 .. Sappiamo che nel mondo l’Italia conta poco, ancor meno oggi con l’attuale governo. Tuttavia, nel Mediterraneo un ruolo è riuscita a svolgerlo, talvolta con esiti brillanti.

Guai a indebolirlo per ripicca contro questo o quello o a giocarselo per confermare o ricercare vecchie e nuove subalternità!

Il rischio sarebbe un infiacchimento dell’autonomia nazionale e la destabilizzazione del Mediterraneo e del Medio Oriente con conseguenze incalcolabili.

Un saggio premonitore si può ricavare da questi pochi giorni d’intervento “umanitario” che, oltre agli effetti micidiali sulle popolazioni locali, sta provocando conseguenze insopportabili per l’Italia: dall’insicurezza dei rifornimenti energetici all’esodo migratorio che approda a Lampedusa e si dirama nel resto del Paese. E siamo solo agli inizi!

Praticamente, l’Italia da sola deve sobbarcarsi un’emergenza colossale e drammatica (e relativa spesa) provocata e/o comunque accelerata dai bombardamenti del signor Sarkoszy, il quale, per tutta risposta, ha chiuso le frontiere agli immigrati che sbarcano in Italia ma desiderano andare in Francia. Alla faccia della solidarietà umana, europea, atlantica e di altre solidali ipocrisie!

Agostino Spataro

5 aprile 2011

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