.comment-link {margin-left:.6em;}

lunedì, luglio 2

 

Sangre de mártires

de Roberto Mazzarella
(articolo in italiano cliccare su questo link)

La beatificación de Pino Puglisi, sacerdote odiado (y asesinado) por la mafia a causa de su fe.

En Melbourne, Australia, en el parlamento del estado de Victoria, presenté hace algunos años la figura de Padre Pino Puglisi frente a una platea en la cual se encontraban muchos jóvenes y entre estos también varios italo-australianos de segunda y tercera generación. El encuentro tenía un título interesante: "Educar hacia la ciudadanía".
Aquella tarde todos en la sala quedaron fascinados por el testimonio sobre padre Puglisi. En efecto, pocas semanas después nació la asociación "Don Pino Puglisi de Melbourne". Pero qué cosa había hecho fascinar a aquellos jóvenes tan distantes de Brancaccio (pueblo del cual ni siquiera sabían de su existencia), tan distantes de Palermo y de Italia? ¿el martirio? ¿la coherencia?
Pienso, habiendo compartido con estos chicos muchos momentos en aquellos días, las ganas de quedar en la historia de la propia tierra. ¿Qué es lo que más que ninguna otra cosa deprime y desorienta a los jóvenes? La absoluta irrelevancia de cualquiera de sus acciones frente a una sociedad petrificada en sus ritos y sus liturgias. Irrelevantes se vuelven las protestas, e irrelevantes también corren el riesgo de volverse las sinceras ganas de cambio.
Hablando ellos sobre padre Puglisi - seguramente no conocido en Australia a la par de Falcone, por ejemplo - notaba como crecía dentro de ellos la idea clara que hace falta abrir puertas y ventanas, hace falta encontrar espacios a sus propias espectativas, pero sobretodo hace falta estar seguros que algo quede, que de sentido a nuestro accionar y de sentido a nuestro compromiso.
La vida y la muerte de padre Puglisi contiene propiamente el siguiente mensaje: las ganas de llevar la humanidad a Dios, que incide en la vida cotidiana. El deseo, en el caso de Puglisi, de llevar Brancaccio a Dios, que incidió profundamente en la historia de su ciudad.
Mártir, porque fue asesinado en "odio a la fe", es la motivación por la cual Benedicto XVI autorizó en estos días el decreto de beatificación. Primer beato porque testimonia el Evangelio en terrotorio mafioso.
"Desde el cielo - dijo el cardenal de Palermo, Paolo Romeo - el cardenal Pappalardo habrá estado felíz. Puglisi era un comunicador de la paz, sacerdote en primera fila, sostenedor de la cultura de la legalidad, enamorado del hombre, de su crecimiento..." En efecto, reconocer el "martirio" de Puglisi, asesinado "en odio a la fe", es de una importancia histórica tal de hacer temblar el pulso.
"El creyente que predica el Evangelio con autenticidad - dice el obispo auxiliar de Palermo, Carmelo Cuttitta, miembro del comité promotor de la beatificación - puede ir en contra de la muerte: la Iglesia palermitana hoy recibió un temblor muy fuerte". Predicar el Evangelio con autenticidad significa incidir en la realidad actual.
A las ocho de la noche del 15 de septiembre de 1993 frente al portón de ingreso donde vivía, Puglisi es rodeado por Salvatore Grigoli y Gaspare Spatuzza. Un disparo en la nuca pone fin a la vida de aquel cura que no pensaba absolutamente en volverse un héroe, pero sí se había fijado el objetivo de sacar a los jóvenes de la calle, de pretender realizar una cancha de fútbol, un punto de encuentro para hablar con ellos de reglas, de legalidad y amor por la propia tierra. Incidir en la historia.
Puglisi en dos años escribió, de puño y letra, cientos de cartas para pedir a los responsables de las instituciones todo aquello que le hacía falta a su gente. De 1991 a 1993 escribió 100 cartas a intendentes, asesores, prefectos, presidentes y comisarios para solicitar una biblioteca, una escuela secundaria, una cancha de fútbol, un gimnasio.
La mafia llegó a odiarlo y sobretodo llegó a odiar su fe, que lo convertía aún en solitario, en una persona determinada y segura de aquello que quería: llevar a Dios a aquel fragmento de tierra llamado Brancaccio.
"Puglisi fue asesinado - dijo una vez más el cardenal Romeo - sólo porque predicaba la palabra de Dios. Esto nos debe hacer reflexionar sobre nuestro papel en la sociedad". No haríamos mal, ciertamente, en este periodo de noche oscura de sociedad, política, economía y cultura, a reflexionar sobre nuestro rol. La beatificación de Puglisi nos hace tomar coraje, pero también es un fuerte llamado a la coherencia.


www.cittanuova.it

Etichette:


This page is powered by Blogger. Isn't yours?